Por Manuel Lorenzo
Situada en las inmediaciones de El Bonillo, la Finca
El Pajar es una explotación que cuenta con unas 1.200 ovejas. Su propietario es
Leovigildo Blázquez, presidente de la Fundación Consejo Regulador IGP Cordero
Manchego. El equipo de Alimentación en Cadena se desplazó hasta allí para
conocer el día a día de una explotación ovina, en este caso, de la raza
autóctona manchega.
Los pastores sacaron a las ovejas a pastar a primera
hora de la mañana, aprovechando el frescor matutino, ya que después tendrían
por delante una dura jornada laboral. Normalmente, El Pajar cuenta con tres
pastores y dos tractoristas-peones fijos, pero en este día hay nueve empleados,
porque en una finca como esta “eventualmente siempre hace falta gente”, cuenta
Leovigildo, que nos acompañará durante nuestra visita.
Esta explotación es extensiva, es decir, los
animales salen al campo a comer. En El Pajar, Leovigildo Blázquez lleva un
sistema de producción con un circuito cerrado, en el que sus ovejas pastan en
sus propios pastos, en un claro ejemplo de integración entre ganadería,
agricultura y medio ambiente. Rápidamente, el propietario de esta explotación
nos detalla la ventaja medioambiental que ofrece la ganadería ovina:
“Aprovechamos productos de la agricultura como rastrojera o paja, que se
perderían de otra manera, para alimentar al ganado. La oveja, por su parte,
realiza una limpieza del monte, haciendo un efecto escoba, por lo que ha
contribuido a cincelar el paisaje manchego. Y, adicionalmente, enriquecen y
fertilizan la zona gracias a los excrementos”.
Hoy es día de esquileo, por eso hay más
trabajadores. En una nave, poco a poco van quitando la lana a las ovejas. Es un
trabajo duro, agotador, pero necesario para el bien del ganado. “La lana del
cordero manchego es de segunda calidad, no es fina, por lo que se utiliza más
para fabricar alfombras y moquetas”, dice Leovigildo, que reconoce que “la lana
se vende barata y el montante económico que supone dentro de una explotación es
insignificante”.
El cordero manchego es muy versátil, conocido como de doble actitud, porque permite
comercializar la carne y la leche, por lo que “según las condiciones que
tengas, puedes orientar tu explotación a una cosa u otra, o a las dos”. En este
caso, en El Pajar se comercializan ambos productos. En relación al mercado al
que se dirige el cordero manchego, Leovigildo reconoce que “tradicionalmente no
ha sido la propia Castilla-La Mancha, sino Cataluña, Valencia e incluso Madrid”
los principales consumidores de este producto. Por lo tanto, gran parte de la
producción de esta raza autóctona es consumida fuera de nuestra región.
Avanzada la mañana llega Óscar, el veterinario, que
será el encargado de proceder a la inseminación de las ovejas. Poco a poco,
Óscar procede con su labor, inseminando un total de 126 animales en esta
explotación, indicando que normalmente hay una media cercana al 40% de éxito en
estas inseminaciones. El proceso dura unas dos horas. Una vez terminado, llega
la hora de la comida.
Los empleados comen todos juntos en una de las
estancias de la explotación. El menú, como no podía ser de otra manera, es
cordero manchego. Junto a un amplio caldero, todos recobran fuerza con una
carne que “se considera de calidad, un producto un poco elitista”, reconoce
Leovigildo. El equipo de Alimentación en Cadena es invitado al ágape, por lo
que aprovechamos estas líneas para agradecérselo.
Es el momento del descanso antes de afrontar la
jornada vespertina. Leovigildo nos habla de la necesidad de “hacer las
condiciones laborales menos penosas”, pero recuerda que en el pastoreo es
difícil “porque la ganadería tiene unas exigencias poco compatibles con las
condiciones de vida que hoy tenemos todos”. Por eso, reconoce que “a los
jóvenes hay que facilitarles las cosas para que vengan a la ganadería o a la
agricultura”, ya que el pastoreo tradicional y las pequeñas explotaciones están
desapareciendo a pasos agigantados.
Tras la comida y el descanso, los empleados proceden
al ordeño de las ovejas, ya que en El Pajar también se comercializa la leche.
No obstante, Leovigildo reconoce que es la ganadería intensiva la que “se
enfoca más a la producción de leche, que es donde sacan un mayor montante
económico porque el queso tiene mucho tirón”.
Cae la tarde, el sol se acerca a la línea del
horizonte y la temperatura comienza a bajar. Es hora, nuevamente, de sacar las
ovejas a pastar. Así se llega al final de la jornada laboral en la Finca El
Pajar, una explotación que tiene a la oveja de raza autóctona manchega como
protagonista.
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