lunes, 22 de julio de 2013

Leovigildo Blázquez: “La oveja ha contribuido a cincelar el paisaje manchego”


Por Manuel Lorenzo

Situada en las inmediaciones de El Bonillo, la Finca El Pajar es una explotación que cuenta con unas 1.200 ovejas. Su propietario es Leovigildo Blázquez, presidente de la Fundación Consejo Regulador IGP Cordero Manchego. El equipo de Alimentación en Cadena se desplazó hasta allí para conocer el día a día de una explotación ovina, en este caso, de la raza autóctona manchega.

Leovigildo Blázquez, propietario de la Finca El Pajar


Los pastores sacaron a las ovejas a pastar a primera hora de la mañana, aprovechando el frescor matutino, ya que después tendrían por delante una dura jornada laboral. Normalmente, El Pajar cuenta con tres pastores y dos tractoristas-peones fijos, pero en este día hay nueve empleados, porque en una finca como esta “eventualmente siempre hace falta gente”, cuenta Leovigildo, que nos acompañará durante nuestra visita.

Esta explotación es extensiva, es decir, los animales salen al campo a comer. En El Pajar, Leovigildo Blázquez lleva un sistema de producción con un circuito cerrado, en el que sus ovejas pastan en sus propios pastos, en un claro ejemplo de integración entre ganadería, agricultura y medio ambiente. Rápidamente, el propietario de esta explotación nos detalla la ventaja medioambiental que ofrece la ganadería ovina: “Aprovechamos productos de la agricultura como rastrojera o paja, que se perderían de otra manera, para alimentar al ganado. La oveja, por su parte, realiza una limpieza del monte, haciendo un efecto escoba, por lo que ha contribuido a cincelar el paisaje manchego. Y, adicionalmente, enriquecen y fertilizan la zona gracias a los excrementos”.

Los trabajadores esquilan a las ovejas


Hoy es día de esquileo, por eso hay más trabajadores. En una nave, poco a poco van quitando la lana a las ovejas. Es un trabajo duro, agotador, pero necesario para el bien del ganado. “La lana del cordero manchego es de segunda calidad, no es fina, por lo que se utiliza más para fabricar alfombras y moquetas”, dice Leovigildo, que reconoce que “la lana se vende barata y el montante económico que supone dentro de una explotación es insignificante”.

El cordero manchego es muy versátil, conocido como de doble actitud, porque permite comercializar la carne y la leche, por lo que “según las condiciones que tengas, puedes orientar tu explotación a una cosa u otra, o a las dos”. En este caso, en El Pajar se comercializan ambos productos. En relación al mercado al que se dirige el cordero manchego, Leovigildo reconoce que “tradicionalmente no ha sido la propia Castilla-La Mancha, sino Cataluña, Valencia e incluso Madrid” los principales consumidores de este producto. Por lo tanto, gran parte de la producción de esta raza autóctona es consumida fuera de nuestra región. 

Óscar inseminó a 126 ovejas en apenas dos horas


Avanzada la mañana llega Óscar, el veterinario, que será el encargado de proceder a la inseminación de las ovejas. Poco a poco, Óscar procede con su labor, inseminando un total de 126 animales en esta explotación, indicando que normalmente hay una media cercana al 40% de éxito en estas inseminaciones. El proceso dura unas dos horas. Una vez terminado, llega la hora de la comida.

Los empleados comen todos juntos en una de las estancias de la explotación. El menú, como no podía ser de otra manera, es cordero manchego. Junto a un amplio caldero, todos recobran fuerza con una carne que “se considera de calidad, un producto un poco elitista”, reconoce Leovigildo. El equipo de Alimentación en Cadena es invitado al ágape, por lo que aprovechamos estas líneas para agradecérselo.
 
Los trabajadores recobran fuerzas con un caldero de cordero manchego


Es el momento del descanso antes de afrontar la jornada vespertina. Leovigildo nos habla de la necesidad de “hacer las condiciones laborales menos penosas”, pero recuerda que en el pastoreo es difícil “porque la ganadería tiene unas exigencias poco compatibles con las condiciones de vida que hoy tenemos todos”. Por eso, reconoce que “a los jóvenes hay que facilitarles las cosas para que vengan a la ganadería o a la agricultura”, ya que el pastoreo tradicional y las pequeñas explotaciones están desapareciendo a pasos agigantados.

Tras la comida y el descanso, los empleados proceden al ordeño de las ovejas, ya que en El Pajar también se comercializa la leche. No obstante, Leovigildo reconoce que es la ganadería intensiva la que “se enfoca más a la producción de leche, que es donde sacan un mayor montante económico porque el queso tiene mucho tirón”.

Cae la tarde, el sol se acerca a la línea del horizonte y la temperatura comienza a bajar. Es hora, nuevamente, de sacar las ovejas a pastar. Así se llega al final de la jornada laboral en la Finca El Pajar, una explotación que tiene a la oveja de raza autóctona manchega como protagonista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario